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domingo, 30 de diciembre de 2012

¿QUIEN DIJO CRISIS?







 Es agosto, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada; 
 Cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece 

 desierta. 

 Hace rato que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen 

 deudas y viven a base de créditos. 
 Por fortuna, llega un ruso mafioso forrado de guita y entra en el 

 único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Pone un billete 

 de 100 dólares en la mesa de la recepcionista y se va a ver las 
 Habitaciones. 

 El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus 

 deudas con el carnicero. 

 Éste toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de 

 Cerdos. 

 

 A su turno éste sale corriendo para pagar lo que le debe al molino 

 proveedor de alimentos para animales.  

 El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su 
 Deuda con María, la prostituta a la que hace tiempo que no le paga. 

 En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito. 

 La prostituta con el billete en mano sale para el pequeño hotel 
 Donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no 

 había pagado y le entrega el billete al dueño del hotel. 

 En este momento baja el ruso, que acaba de echar un vistazo a las 
 Habitaciones, dice que no le convence ninguna, toma el billete y se 

 va. Nadie ha ganado un centavo, pero ahora toda la ciudad vive sin 

 deudas y mira el futuro con confianza 

 

 MORALEJA: ¡¡¡SI EL DINERO CIRCULA SE ACABA LA CRISIS!!! 



viernes, 7 de diciembre de 2012

UNO Y LOS OTROS



Somos  objetivos cuando juzgamos a los demás? ¿y cuando evaluamos nuestros actos? ¿Podemos separar la paja del trigo cuando algo o alguien nos lesiona  emocionalmente? Mi respuesta es un no rotundo.
Nadie es  objetivo cuando debe juzgar al prójimo  porque de la propia subjetividad es imposible ser objeto y sujeto simultáneamente.
No estaría de más intentar,  lograr un acercamiento a esos procedimientos que  traen paz al espíritu y tranquilidad a la conciencia.
No somos santos, ni falta que hace, pero la posibilidad de ponerse en el lugar del prójimo nos hace más grandes, más maduros y más inteligentes. No se trata de exagerar y justificar crímenes, asesinatos, abusos y aberraciones, nadie habla de ofrecer siempre la otra mejilla al cachetazo de la prepotencia ajena, pero sí es factible conocer las causas reales que empujan a algunos seres humanos a cometer actos  desconcertantes.
El mundo no es  sencillo ni está poblado de seres transparentes que muestran sus pasiones sin ningún disfraz.
Estamos en un complejo planeta lleno de trampas, contradicciones y conflictos de  difícil solución, desarrollados por millones de individuos con endiablados  estados de ánimo.
Abarcar y comprender tanto caos es imposible, pero hacer el  trabajo cotidiano sin prisa y sin pausa para equivocarse lo menos posible es lo mejor de la vida.
La búsqueda perpetua de una explicación es mucho mejor que el desánimo del escepticismo.
La mayoría de nosotros no llegaremos a desentrañar toda la verdad del comportamiento  de la gente que está en contacto con nosotros.
La perfección no existe, pero su búsqueda nos ennoblece, da sentido a nuestra vida y en todo caso vale la pena intentarla.
Y eso seguramente puede lograrse en las aparentemente pequeñas cosas de la vida. . No somos perfectos, pero podemos ser un poco menos tontos.
r.a.m